A la clase pobre de la población, a los plebeyos
no aprovecho la reforma serviana; eran explotados por los patricios, las
continuas guerras impedían que cultivaran las tierras, contrajeron deudas que
no pudieron pagar y todo el rigor que el antiguo derecho civil autorizaba
contra el deudor insolvente les era aplicado. Esto exasperaba a la plebe y la determino
a salir de Roma para intentar fundar otra ciudad. El senado romano envió a una comisión
para disuadirlos de su intento, lo que logro Menenio Agripa con su legendario
discurso del estómago y los miembros. Los plebeyos regresaron a Roma al
conseguir dos concesiones importantes: que el deudor insolvente no fuera
tratado como esclavo y que se les concediera un magistrado de extracción plebeya
que los defendiera de las decisiones de los patricios, este fue el tribuno de
la plebe.
Al principio fueron dos los tribuni plebis, más tarde su número fue en aumento hasta llegar a
diez. Estos magistrados eran elegidos por la plebe, su gestión era anual, no tenían
imperium, sino un poder limitado –potestas-, su persona era inviolable y tenían derecho de
vetar las disposiciones de los magistrados patricios.
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